Marta Romero Salgado
En días como hoy hacemos un repaso del pasado, recordamos aquellos bellos momentos que vivimos cuando aún uno no eramos conscientes de que el tiempo que pasaba era irrecuperable, cuando todavía no imaginábamos que era posible perder a nadie. Año a año este día vemos como, realmente, estos 365 días nos han ido haciendo más fuertes, más realistas, más maduros... Intentamos lograr que el balance sea positivo, pero no siempre lo es. Cada año lo empezamos con ilusión, con tanta como nos es posible y, en ocasiones, deseosos de que después del ritual de las uvas la vida de un giro de 180 grados.
En días como hoy es inevitable recordar las cenas de años anteriores, las celebraciones y la gente que falta en la mesa. Pero la vida es así, es un largo relato compuesto de montones de recuerdos que nos permiten volver atrás en el tiempo y volver a sentir el abrazo de un abuelo, los nervios de la noche de reyes, tu primer día en el colegio... Podemos revivir tatas veces como queramos nuestra propia vida, pero tenemos que ser conscientes de algo: mientras estamos rememorando viejos tiempos, estamos perdiendo parte de nuestro futuro.
La vida tiene estas cosas. Está llena de contradicciones y mientras te encuentras leyendo estas palabras que yo hoy plasmo en tu pantalla, el tiempo sigue pasando. El reloj no nos regala ni tan siquiera un segundo más. Solamente se dedica hacernos ver que el tiempo, el nuestro, únicamente pasa.
Solo hay una solución para vivir más tiempo del que se nos asignó el mismo día en que nacimos. Conocer todas a aquellas historias que han vivido las personas que nos rodean. Porque, tal y como decía antes, la vida es un relato de recuerdos y el único modo de no perder nuestro preciado tiempo traiéndolos a la memoria, es compartirlos con otras personas.
Para acabar con la entrada de hoy quería deciros algo que me recordó alguien ayer: "Es un día como otro cualquiera. La cosa es no perder la ilusión nunca. Es más práctico".
No hay comentarios:
Publicar un comentario