martes, 27 de enero de 2015

Con fecha de caducidad


Marta Romero Salgado


Hoy comparto con vosotros esta pequeña redacción sobre las condenas de muerte que he encontrado en un cuaderno de Lengua de hace unos años:

"Muchos países como Yemen o Libia, obtuvieron un porcentaje notable en ejecuciones en el 2010. Para muchos, este método es la forma más fácil de liberarse de maleantes y asesinos. En definitiva, eliminar a todo aquel que haya dado algún problema. 

Según Joaquín Sabina, la muerte es sólo la suerte con una letra cambiada. A mí la muerte me recuerda a la fecha de caducidad de los alimentos. Un día predeterminado, los comestibles dejan de ser aptos. Pero, ¿para qué adelantarnos a esa fecha y tirar todas esas vidas a la basura?  


Todos cometemos errores pero, el más gordo es intentar hacer justicia echando a perder tantas vidas, porque todos tienen derecho a ser la persona favorita de otra. Todos somos importantes e indispensables en la vida de los que nos rodean. Somos pequeños pastelitos rellenos de chocolate que a base de mirarlos, mimarlos y conocerlos llega un momento en que te das cuenta de que hacen que tu “alimentación” sea completa. Son especiales porque son elegidos por ti y te escogen y llegan a ser irreemplazables. 


Entonces, ¿para qué quitar a nadie uno de esos pastelitos, más o menos dulces, que ocupan un huequecito en nuestro interior? Si todos, como seres perecederos, dejaremos de estar en buen estado. Dejaremos este mundo sin ayuda de nadie. 


Por todo esto, que no se si llamarlo amor, fraternidad o ser un ser humano justo, creo que hay otras condenas que no sean el ojo por ojo y diente por diente." 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario