Marta Romero Salgado
Hoy comparto con vosotros esta pequeña redacción sobre las condenas de muerte que he encontrado en un cuaderno de Lengua de hace unos años:

Según Joaquín Sabina, la muerte es sólo la suerte con una letra cambiada. A mí la muerte me recuerda a la fecha de caducidad de los alimentos. Un día predeterminado, los comestibles dejan de ser aptos. Pero, ¿para qué adelantarnos a esa fecha y tirar todas esas vidas a la basura?

Entonces, ¿para qué quitar a nadie uno de esos pastelitos, más o menos dulces, que ocupan un huequecito en nuestro interior? Si todos, como seres perecederos, dejaremos de estar en buen estado. Dejaremos este mundo sin ayuda de nadie.
Por todo esto, que no se si llamarlo amor, fraternidad o ser un ser humano justo, creo que hay otras condenas que no sean el ojo por ojo y diente por diente."
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